domingo, 25 de julio de 2010

¿Qué es ser colombiano en el Bicentenario? Medianías y grandeza (en semana.com)


Así solamente estemos dispuestos a sacrificios y esfuerzos “medianos” por el país, nada extremo como "dar la vida”, podemos lograr cosas grandes como nación. Ya que el “ser colombiano” (o la identidad nacional) es una construcción permanente, casi todo es posible.

Por Daniel Mera Villamizar,
Sociólogo, columnista de El Espectador, blogger de semana.com y directivo de la Fundación Color de Colombia

Parece evidente que a los colombianos nos falta claridad y determinación para hacer cosas grandes como país.

Esa característica del ‘ser colombiano’ es la que me parece más relevante para la reflexión en el Bicentenario de la Independencia.

El profesor Jaime Jaramillo Uribe, estudioso y a la vez fiel exponente de la ‘personalidad histórica’ de Colombia, sentenció que somos un país de “medianías”, alejado de los extremos [como muestra Eduardo Posada Carbó].

Anticipo el contra-argumento: ni tan alejado de los extremos de la violencia liberal-conservadora de mediados del siglo XX ni de las violencias “revolucionaria” y paramilitar.

Aunque la primera fue ejercida con activismo de la población civil, y las segundas no, lo que implica diferente naturaleza, sin duda es una discusión abierta.

El punto que atormenta es este: si somos un país de medianías, ¿entonces las carencias de claridad y de determinación colectivas para la “grandeza” son consustanciales a nuestro “ser nacional”?

Suponiendo que este interrogante está bien formulado, voto por un “no” como respuesta. Y aquí entra el Bicentenario.

¿De dónde sale la claridad para saber qué soñar como país? Sale de aquellos principios, valores, luchas e instituciones del pasado a los que deseamos dar continuidad y también de los nuevos ideales de la humanidad, más o menos compatibles con la cultura nacional.

Si no vemos en el pasado nada digno de continuidad y engrandecimiento, estamos fregados. Es muy difícil inventarse el sueño de un país a partir de la descalificación de su pasado o a partir de ideas no conectadas con sus tradiciones, regularmente expresadas en la Constitución.

De la reflexión del Bicentenario debería salir un relato nacional con claridad. Algunos dirán que con nuestra historia no es posible un relato inspirador de determinación para construir el futuro. Justo a ellos no hay que pedirles el relato. Hay que dividir el trabajo intelectual.

¿El “ser de medianías” es un obstáculo para pensar y actuar en grande? No necesariamente. Si los colombianos solamente estamos dispuestos a sacrificios y esfuerzos “medianos” por el país, nada extremo “como dar la vida” ni casi atravesar otra vez el páramo de Pisba, la solución sería repartir entre todos esfuerzos aceptables que sumados alcancen para cosas grandes, como sacar de la pobreza a un tercio de la población en una generación, mediante trabajo productivo, mercados y política social.

Tener claridad de valores, metas e instrumentos es una cosa; tener voluntad y determinación para alcanzar las metas, otra, así estén estrechamente relacionadas en el “ser”. Como el “ser colombiano” (o la identidad nacional) es una construcción permanente, casi todo es posible.

Necesitamos, sí, que nuestra idea del nacimiento de la república y la nación, sin violentar la verdad histórica, nos renueve y fortalezca el espíritu colombiano. La independencia no era un hecho inevitable. ¿Por qué no fuimos como Perú o Cuba?

Ahora, todo lo dicho tendrá más sentido si la conmemoración del Bicentenario no termina en el 2010, y por el contrario se hace una conmemoración del proceso independentista, que comenzó en 1810 y terminó en 1819, digamos. Es decir, si conmemoramos la independencia en toda esta década que comienza.

Este artículo es una versión abreviada de uno del mismo título en semana.com:
http://www.semana.com/wf_InfoBlog.aspx?IdBlg=33&IdEnt=2383

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